Frases Y Diálogos Para Vacilarle Correctamente A Una Mujer

No más soledad! Haz clic aquí para encontrar a alguien que complete tu vida."


E inyectar tensión del tipo adecuado entre ambos, convirtiéndote así en un desafío interesante para ella.


Te hacen falta clases privadas.


Esta es una de mis frases favoritas en esta categoría. Es muy versátil y puedes utilizarla en los contextos más diversos.


Siempre que una mujer hace algo delante de mí que no le sale del todo bien, o a veces incluso aunque le salga perfectamente, aprovecho la ocasión para meterme con ella, utilizando esta frase y el diálogo que la acompaña.


Por ejemplo, recientemente estaba en un bar jugando al billar con una mujer muy atractiva a la que había conocido sólo media hora antes. En un momento concreto de la partida, ella hizo una jugada particularmente mala, echando a perder un golpe obvio.


Como si de un resorte se tratara, eso desencadenó en mí esta respuesta inmediata:

Yo: ¡Pero qué mala eres jugando a esto!

Te hacen falta clases privadas. Yo podría dártelas, pero cobro por ello, y te advierto que no soy precisamente barato ¿Vas a poder pagarme.?



Usualmente, las mujeres responden de dos formas diferentes a esta innegable provocación.
Tratando de negar que a ellas les hagan falta clases, y sugiriendo que soy yo quien las necesita:


Ella: ¡Ja, ja! ¿Clases privadas tú a mí? ¡Venga ya! En todo caso, soy yo la que tendría que dártelas a ti, chaval.

En este punto, contraataco fuertemente, con una frase que les hace rabiar:
Yo: Pues como no sean clases de hacer ganchillo… porque lo que está claro es que esto del billar se te da fatal ¿eh.?


De este modo, hecho leña al fuego de la tensión entre ambos y la hago pensar, consciente o subconscientemente: “Desde luego, este tío tiene narices. Pocos se han atrevido a decirme algo así”


Otra forma habitual que tienen de responder a la provocación es interesándose, entre risas, por esas ficticias clases a las que aludo: ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cuánto?


No hay duda de que ésta es una situación incluso más ventajosa que la anterior. Por ejemplo.

Ella: ¿Y, a ver, cuánto cuestan esas clases.?

Yo: MÁS de lo que puedes pagar. Olvídalo. No sé ni por qué te lo he dicho.

De esa forma, la descalifico fingidamente, sugiriendo que no podría pagar todo lo que valgo, aunque se lo propusiera.

Con frecuencia, al hacer esto conseguirás que ella vuelva a insistir una vez tras otra.
Ella: Venga ¿cuánto.?

Yo: Déjalo. Te escandalizarías si te lo dijera. Esas clases siempre me las cobro en carne. Hay algunas cosas para las que una niñita inocente como tú no está preparada.


¿Es eso lo mejor que lo sabes hacer?

Estábamos en la playa, librando una guerra de toallas como si fuéramos dos niños. Después de un golpe suyo particularmente fuerte, le digo en tono provocativo:


Yo: ¿Es eso lo mejor que lo sabes hacer? ¡Vamos, hasta un niño puede hacerlo mejor que eso!

Ella: Imbécil. Te vas a enterar.

Con una mano atada a la espalda

En un bar, antes de empezar a jugar una partida a los dardos con ella.

Yo: Sabes que podría ganarte a esto con una mano atada a la espalda, pero como sé que te hace ilusión, voy a darte una oportunidad. ¡Vamos, demuéstrame de lo que eres capaz!

Ella: ¿Qué te apuesta a que te gano?

Yo: Una cena el jueves por la noche. Quien pierde, paga.

Ella: Trato hecho

"¡Deja de estar solo! Inscríbete gratis y comienza a buscar a alguien especial."


Y entonces le estrecho la mano para formalizar el acuerdo.

Ya que ha salido el tema, hay un comentario adicional que quiero hacerte en este punto:

Es cierto que no se oye muy a menudo pero, con las chicas más competitivas, a veces sucede que te desafían espontáneamente con un ¿Qué te apuestas?

Cuando esto ocurra, considérate afortunado. La chica te ha servido en bandeja una oportunidad excepcional que no puedes permitirte pasar por alto.

Tienes que tener una respuesta perfectamente preparada y ensayada con la que responder, automáticamente y sin pensar, a una pregunta así:

Ella: ¿Qué te apuestas?

Yo: Una cena contigo el jueves por la noche. El que pierde paga.

De este modo, pase lo que pase con la apuesta, tú siempre sales ganando.

Eso no te atreves a decírmelo fuera

Cuando una mujer se meta contigo, por estar respondiendo bien al juego que tú has iniciado al meterte en primer lugar con ella, y esté tratando de devolverte el golpe con un comentario provocador o hiriente, mírala fijamente a los ojos y dile en un tono de voz serio:

¡Eso no te atreves a decírmelo fuera!


Al decirlo, muy probablemente provocarás en ella una sonrisa, quizás incluso una carcajada.

Ella: ¡Pero mira qué orejas más pequeñas tienes! Son ridículas.

Yo: Eso no te atreves a decírmelo fuera.

Ella: ¡Claro que sí! - mientras sonríe.

Yo: ¡Demuéstralo! Venga, vamos – mientras tiras de su mano.

En algunas ocasiones, he empleado esta técnica, en el interior de una discoteca, para separar a una mujer de su grupo de amigos eficazmente y llevarla hasta afuera, donde poder hablar a solas con ella.

Para conseguirlo, tienes que estar dispuesto a llevar las cosas hasta el final.

Después del “¡Demuéstralo! Venga, vamos” cógela del brazo con fuerza y guíala hasta la salida.
Si a la mitad de camino le entran dudas, aproxima tu boca a su oído y susúrrale un “Confía en mí”. Al salir, continúa con un “Me apetecía estar a solas contigo. Parece que ha funcionado ¿no?”, y sonríele abiertamente.


Si, por el contrario, la chica sido valiente y en ningún momento ha titubeado cuando la conducías hacia la salida, puedes continuar con la interpretación para disfrute de ambos. Al salir a la calle puedes decirle un “Venga, pégame si te atreves” Y acto seguido aprovechas para abrazarte a ella, con el pretexto de “No, mejor no, que a mi cara no le sientan bien los moretones.”


Es divertido, y podrás abrazarla de un modo espontáneo.

En este momento, en este lugar, yo sin duda

Cuando quedes con una mujer para practicar juntos algún deporte - cosa que te recomiendo ferozmente que hagas, por razones que explicaré con detalle en un boletín futuro puedes emplear esta frase para provocar un poco a la chica que te acompaña y contribuir a que dé lo mejor de sí misma.


Viene introducida por una pregunta aparentemente inofensiva, que es en realidad la que la hace caer en la trampa.


El ejemplo más reciente que puedo recordar en el que haya utilizado la frase es el siguiente:
Hace poco quedé con una chica preciosa (y muy competitiva) para jugar al tenis. Cuando entramos en la pista, antes de que cada uno se fuera a ocupar su lado, inicié este diálogo:

"¡No más esperar! Únete a nuestra plataforma de citas y encuentra a alguien compatible."



Yo: ¿sabes quien es el mejor jugador de tenis?

Ella: ¿Quién?

Yo: En este momento, en este lugar, yo sin duda.

Ella: Ja, ja. Ya veremos. Yo: En seguida, de hecho.

Este no es sino un pequeño ejemplo de las numerosas frases que puedes emplear para meterte con una mujer, tocarle un poco las narices y contribuir a generar tensión del tipo adecuado entre ella y tú.

Por supuesto, hay muchas otras. La lista puede hacerse tan larga como tu imaginación lo permita. Aquí te menciono, de pasada y a modo de epílogo, algunas otras: No puedes competir contra quien…

No puedes competir contra quien ya se dedicaba a esto cuando tu madre aún andaba cambiándote los pañales.

(Especialmente apropiado si la chica es más joven que tú) Compararse conmigo es salir mal parado
Que sigas intentándolo, de verdad, es una pena.

Necesitarás tiritas


Vas a necesitar mucha suerte Puedo chafarte con un pulgar ¿Tú y qué ejército (de 7 naciones)?
Espero que sepas aprovecharlas y las utilices a partir de ahora en tus relaciones con las mujeres, para erigirte en desafío para ellas.


Tambien Puedes Leer:


No hay comentarios.:

Publicar un comentario