Cómo Conversar Competentemente Con Una Mujer


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En el boletín anterior te daba las claves para que una mujer confiara en ti desde un primer momento. Te enseñaba a generar confianza en ella.


Esto era en un primer momento, en un primer encuentro, en una primera frase, pero ¿Qué sucede después? ¿Cómo puedes hablar con una mujer? ¿De qué hablar con ella?

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¿Sabes que es lo que funciona con ellas? ¿Tienes alguna pista?

Sí es así, ¡enhorabuena! Porque la mayoría de los hombres no. Se dedican a hablar, hablar y hablar sin un plan preestablecido confiando al azar el que ella caiga rendida a sus pies.

Sin embargo, tú no quieres eso. Tú quieres tener la situación controlada. Tú eres un profesional de la seducción. Necesitas un plan.

Necesitas saber las cosas que funcionan, y las que no. Necesitas saber de lo que debes hablar, y de lo que no. No quieres que lo que ella siente por ti dependa del azar.

¿Quieres saber más? Comencemos.

De lo primero que tienes que convencerte es de que los hombres hablamos DEMASIADO en las citas. Estamos acostumbrados a monopolizar la conversación, creyendo que así impresionamos a la chica que tenemos delante. ¡CRASO ERROR!

Por tanto, tu primera regla básica en cualquier cita será NO HABLAR DEMASIADO.

Pero no hablar demasiado, no significa que te quedes sentado toda la velada como un pánfilo, no, no hablar demasiado significa que tienes que ESCUCHAR lo que ELLA dice. Y digo ESCUCHAR y no OÍR.

¿Pero la vas a escuchar porque te interesa lo que está diciendo?

No, la vas a escuchar porque mientras ella está hablando te va a abrir puertas por las que podrás entrar en su interior.

Sé que no es fácil. Sé que los hombres no estamos acostumbrados a, simplemente, escuchar, pero esfuérzate, hazme caso, tu esfuerzo se verá recompensado.

¿Qué son esas puertas abiertas? No son más que los nudos conversacionales de los que te hablaba en el apartado anterior, no son más que eslabones que debes de continuar para seguir la cadena.

Pero esto suena muy farragoso, pongamos un ejemplo:

Imagínate que Sandra y Javi están en un bar donde un grupo está tocando en directo. Javi se acerca a Sandra y comienza una conversación.

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-     Javi: ¿Sueles venir por aquí?
-     Sandra: No, de hecho, esta es la primera vez que vengo. Me acabo de mudar desde Galicía.
-    Javi: Yo vengo todas las semanas. Me encanta el grupo.


Está realmente lleno hoy. 

Javi acaba de estropearlo.

Con los nudos conversacionales de su frase, Sandra le está abriendo multitud de puertas que Javi no es capaz de ver.

Javi ha fracasado.

¿Qué tendría que haber dicho?

Para ello detectamos los nudos conversacionales de su frase: Primera vez, acabo de mudar, Galicía.
Pongamos ejemplos para cada caso:

-     Primera vez
§  Javi: ¿Sueles venir por aquí?
§  Sandra: No, de hecho, esta es la primera vez que vengo. Me acabo de mudar desde Galicía.
§  Javi: ¿Y qué te parece el antro? ¿Te gusta el ambiente?

-     Acabo de mudar
§  Javi: ¿Sueles venir por aquí?
§  Sandra: No, de hecho, esta es la primera vez que vengo. Me acabo de mudar desde Galicia.
§  Javi: ¿Y qué te trae por Madrid?
-     Galicia
§  Javi: ¿Sueles venir por aquí?
§  Sandra: No, de hecho, esta es la primera vez que vengo. Me acabo de mudar desde Galicia.
§  Javi: ¿De verdad? Yo veraneo por allí, ¿de qué parte de Galicia vienes?
¿Ves la diferencia?
En estos tres ejemplos Javi ha continuado la cadena, ha visto la puerta abierta y se ha decidido a entrar. En una sola frase Sandra le ha dado tres nudos conversacionales con los que seguir la cadena.

Por tanto, y te repito, tienes que ESCUCHAR lo que ELLA te está diciendo, y no preocuparte tanto por lo que vas a decir a continuación, porque si la escuchas ella misma te estará diciendo lo que debes decir.

Bien, ¿me sigues hasta ahora?

La siguiente regla es que le tienes que hablar de ti mismo de vez en cuando. ¿Para qué?

Simplemente, porque quieres que ella vea lo PARECIDOS que sois. ¿Y cómo haces eso? Muy sencillo, utilizando frases del estilo “yo también”.
Escúchala con atención, y aprovecha para entrar en la conversación el momento en el que ella mencione algo en lo que te puedas relacionar a ti mismo.

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Por ejemplo:

-  Sandra: Echo de menos Galicia.
-  Javi: No me extraña. Cada vez que vuelvo de vacaciones de allí me planteo muy seriamente el mudarme a vivir a Galicia. Es una tierra preciosa.

¡Bien hecho, Javi!

Javi le ha contado algo a Sandra sobre sí mismo, y lo ha hecho de una forma que le hace parecido a ella. Esa es la idea.

Por tanto, tienes que encontrar un buen ratio hablar/escuchar. Tendrás que escudarla durante largo tiempo, pero, también tendrás que introducir tus comentarios en la conversación, la tendrás que hablar de ti mismo.

¿Cuánto es ese ratio?

Un buen ratio oscilaría entre un 40/60 y un 30/70. Es decir, tendrás que pasar un 40 por ciento del tiempo hablando y un 60 escuchando, o bien, un 30 por ciento hablando, mientras que escucharás un 70 por ciento del tiempo.

Además, recuerda, que tu tiempo de hablar tendrá que estar centrado en buscar frases del estilo “yo también”, que te hagan parecido a ella.

Para que te hagas una idea…

Supongamos que sales con una chica maravillosa a cenar a un restaurante encantador. Entonces, te dedicas a monopolizar la conversación, a hablarle de lo maravilloso que eres, de lo fantástico que es tu trabajo, de todo lo que ganas,… Puedes estar seguro de que no habrá segunda cita.

Imagínate, ahora, que actúas al contrario. Es decir, que te tiras toda la cena escuchándola muy atentamente, como si te interesara lo que te está contando. Además, como eres una persona muy educada le haces preguntas para que ella siga contándote su vida.

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¿Qué pensará ella sobre la cita?

Ella llegará a su casa. Se pondrá su camisón favorito, seguramente se servirá un vaso de leche y comenzará a pensar sobre ti, sobre si debería concederte una segunda cita, o no. Pero NO TIENE NADA QUE PENSAR. No has dicho nada en toda la noche, no le has contado nada sobre ti mismo, no sabe si le gustas o no. Solo sabe que la has escuchado, pero eso no te servirá para que ella se interese por ti.


Ahora, imagina que pones en práctica lo que te he enseñado. Imagina que utilizas un ratio adecuado, que la escuchas con atención, pero que de vez en cuando utilizas tus frases “yo también” que hacen que ella te vea muy parecido a ella. Imagina, también, que sabes ver las puertas que te deja abiertas, y que las atraviesas.

Entonces, ella llegará a su casa. Se pondrá su camisón favorito, seguramente se servirá un vaso de leche y comenzará a pensar sobre ti. Y pensará lo similares que sois, lo especial que eres.

¿Por qué pensará que eres especial por el mero hecho de que sois similares?

¡Despierta! ¿Cómo no vas a ser especial si eres parecido a ella? ¿Si eres tan especial como ella?

Olvídate de eso de que los polos opuestos se atraen. Tal vez, sucede de vez en cuando. Pero lo que funciona siempre, es que la gente parecida se atrae entre sí. Sucede con los amigos y sucede con las parejas. Cuanto más parecido seas a ella, o te sepas mostrar a sus ojos, más posibilidades tendrás.

¿Ves que sencillo?

Basta con que sepas detectar los nudos conversacionales de sus frases, atravesar las puertas abiertas con preguntas adecuadas a esos nudos, y realizar frases del estilo “yo también”, que te hagan parecido a ella.

¡Ya tienes un plan! Ahora a practicar.

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